lunes, 18 de mayo de 2015

“Constelaciones intempestivas. En torno a Jacobo Muñoz. Introducción”: Germán Cano, Eduardo Maura y Eugenio Moya


Presentación
Una idea fuerte comunica algo de su fuerza al contradictor. Como participa del valor universal de los espíritus, se inserta, se injerta en la mente de aquel al que refuta, en medio de ideas adyacentes con cuya ayuda, recuperando cierta ventaja, la completa, la rectifica; hasta el punto de que la sentencia final es en cierto modo obra de las dos personas que discutían.
  1. Proust, A la sombra de las muchachas en flor, 1919.

El once de mayo de 2012 tuvo lugar en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid una jornada de homenaje a Jacobo Muñoz, catedrático emérito de dicha universidad, filósofo, traductor y maestro de muchas de las personas que allí nos reunimos. La pretensión del homenaje, tal como él mismo señaló en varias intervenciones, era repasar y recuperar no solamente su trayectoria, sino recorrer el itinerario de una generación de pensadores españoles cuyo senior sería Javier Muguerza y cuyo junior sería Fernando Savater; la generación de la transición filosófica, en definitiva.
En aquella jornada se dieron cita tres generaciones de filósofos e intelectuales: la del propio Jacobo Muñoz, generación de pretendientes y de pioneros en el campo filosófico español; la de sus primeros estudiantes, todavía con un pie en los planes de estudios del franquismo tardío, y una última, más postrera, homologable, con todas las reservas necesarias, con otros países europeos, acostumbrada a medirse con referentes contemporáneos y mucho más ligera de cargas intelectuales y políticas. Durante los debates tuvimos la oportunidad de escuchar a Jacobo Muñoz dialogar con quienes han sido sus principales interlocutores durante cuatro décadas; los problemas y campos de discusión fueron desde el marxismo hasta la crítica literaria, pasando por la epistemología y la historia de las ideas. No faltaron elogios y buenos recuerdos, desde luego, pero tampoco polémicas y rastros de antiguas batallas, como no podía ser de otra manera tratándose de una generación de transición.

Como resultado de aquel homenaje y del esfuerzo de un número considerable de personas, tenemos ahora la oportunidad de presentar este libro, que hemos dividido en tres partes: la primera recoge textos biográficos, políticos e intelectuales, y algunos recuerdos personales sobre Jacobo Muñoz. La segunda se ocupa fundamentalmente de problemas de epistemología y metafilosofía, mientras que la tercera se hace cargo de aspectos relativos a la crítica de la modernidad, el marxismo y la teoría crítica de la sociedad.
Hemos querido ofrecer un cuadro representativo, si bien no exhaustivo, de las reflexiones y problemáticas que han ocupado a Jacobo Muñoz, cuya intensa dedicación a tareas editoriales, docentes y formativas hace de la suya una figura irreductible a la suma de las mismas. Jacobo Muñoz comparte con uno de sus maestros, Manuel Sacristán —el otro fue Emilio Lledó—, una cualidad muy notable: su figura está por encima de su obra, de ahí la fuerte impronta intelectual que ha dejado en todos los que le hemos conocido.
Se trata de una deuda que solo en parte salda este libro. Con él queremos ofrecerle también un agradecimiento profundo y sincero, que hacemos extensible a todos los que tanto han trabajado, generacionalmente, para que dispongamos de espacios de reflexión, diálogo y conflicto sin precedentes en la historia de España; espacios, eso sí, no exentos de decepciones ni de sufrimientos, tanto por lo que pudieron haber sido, y no fueron, como por lo que han llegado ser, pero nunca debió siquiera ser posible. Él mismo ha referido alguna vez cómo las sucesivas reformas educativas no parecen sino haber empeorado progresivamente, una detrás de otra y sin excepción, algo que ya se movía en condiciones muy precarias, el sistema universitario español.
Los editores queremos, finalmente, agradecer su esfuerzo y dedicación a todas las personas que, institucionalmente o con su participación individual, han contribuido a hacer realidad este libro. Todas han dado sentido al volumen y animado a seguir trabajando en la tarea que Jacobo Muñoz planteaba al final de su intervención en aquella jornada de mayo de 2012:
“Trabajar en el sentido de una cultura crítica de intencionalidad emancipadora, eso es lo que hace de la filosofía una escuela de la libertad. Que esa escuela siga abierta es algo que dependerá en buena medida de vosotros, de los que entráis ahora en ese juego, de vuestra lucha. Y la lucha es una parte importante de la vida, tan importante como el trabajo o el amor: lucha, trabajo, amor. Muchas gracias.”
Gracias a ti, Jacobo, por todo.



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