domingo, 1 de julio de 2018

LA DULCE TORTURA DE LA ESQUIZOFRENIA

" Al fondo hay una vista, no de un mar real, sino de un mar de tierno trigo, un mar de surcos en lugar de olas".
Vincent Van Gog.

Muy pocos saben que el pintor holandés Vincent Van Gogh, además de llevar el mismo nombre de su hermano mayor que murió al nacer, sufría de esquizofrenia.
Van Gogh nació un 30 de marzo de 1853 en un pueblecito llamado Groot-Zundert. Hijo de un pastor protestante, desde muy temprana edad se intereso en la pintura. Sin embargo sus primeros años bajo el oficio de pintor no le fueron alentadores, ya que más de una vez fue criticado y fichado como falto de talento.
De niño, tal vez con la finalidad de recordarlo, o quizá para empezar a planear su muerte, Van Gogh solía pasear al rededor de la tumba de su hermano mayor. Esas largas visitas a su hermano muerto llenaron la cabeza del pequeño Van Gogh de culpa. Llegó a sentirse sólo un reemplazo, un sustituto que no hacia las cosas bien y que siempre estaría en deuda con los demás.
Además de la pintura, La Biblia también ejerció gran influencia en la formación del aún joven pintor, al punto que quiso convertirse en teólogo. Este interés juvenil lo llevo a diversos países de Europa, donde descubrió, después de ser misionero en las minas de Borinage – Bélgica, que lo suyo era la pintura.
Sus primeros trabajos fueron retratos de campesinos, ya que estos eran, según sus palabras, lo único natural ante la irrupción de la sociedad industrial. Posterior a esto se mudo a Paris junto a su hermano menor Théo, y fue ahí donde empezó a trabajar con más dedicación en sus pinturas, pero también fue el tiempo en que su enfermedad psíquica empezó a causar mella en su vida.
Con el interés de crear un taller de artistas se mudo al sur de Francia donde construyo la “Casa Amarilla”, y fue ahí donde conoció a Paul Gauguin. Si bien ambos artistas pasaron juntos un extenso tiempo, la enfermedad de Van Gogh terminó por arruinar la amistad. Los enfrentamientos empeoraban al punto que la tarde del 23 de diciembre de 1888 Van Gogh y Paul Gauguin tuvieron un altercado en el cual se cree que Van Gogh amenazó a Gauguin con una navaja. Más tarde, ese mismo día, Van Gogh, arrepentido de lo ocurrido, volvió a la "Casa Amarilla" donde se mutiló la oreja. Sosteniendo la navaja abierta en su mano derecha, rebanó su oreja, comenzando arriba en la parte de atrás y descendiendo de forma que toda la parte inferior de la oreja fue cortada de un tajo. Esto dejó parte de la porción superior de la oreja cogida como una horrible solapa de carne. Van Gogh luego envolvió la oreja en un paño y se las arregló para ir a su burdel favorito donde le presentó este "regalo" a una prostituta. Llamaron a la policía y Van Gogh fue posteriormente hospitalizado. El tejido dañado de la oreja derecha fue puesto en un frasco con alcohol en caso que se necesitara como prueba. Algunos meses después fue desechado.
Dicen que la esquizofrenia no es un sólo trastorno, sino la suma de varias perturbaciones. El paciente de esquizofrenia pierde la capacidad de soportar la conexión continua con el mundo que nos rodea, esto genera que el esquizofrénico se vea en un mundo desesperado y cerrado sobre si mismo. Muchos concuerdan en que esta visión distinta del mundo fue la causa de la genialidad de Van Gogh. Ahí esta por ejemplo El puente de Langlois (1888) o La casa amarilla (1888) que hasta hoy no solo son apreciados por los amantes de la pintura, sino también por los médicos siquiatras quienes en la magnifica obra de Van Gogh han entendido un poco mejor el mundo de los esquizofrénicos.
Sin embargo una pintura que merece especial atención es Campo de trigo con cuervos (1890). Esta pintura no solo fue la última de Van Gogh, sino que en sus trazos inquietantes un genio se despedía para siempre de este mundo que se negó a aceptarlo.
No importa como se llame la pintura, campo de trigo con cuervos o cuervos sobre el trigal, el hecho es que Van Gogh al terminar de pintarla, se disparó un tiro en el estómago y en un arrebato de locura, o tal vez de genialidad, se arrastró de vuelta a casa para morir, dos días después, en brazos de la única persona que lo amó sinceramente; su hermano Theo.
Van Gogh murió físicamente el 29 de julio de 1890, pero su figura perdura en todas las personas que admiramos el trabajo de ese “loco” que nos enseña hasta hoy el lado bonito de la vida. Víctor Hugo solía decir que “todos los sistemas son falsos, solo el genio es auténtico”. Tal vez el mundo que nosotros llamamos cuerdo no lo sea realmente, haría falta pasear por el mundo que Van Gogh conoció y que tan desesperadamente trato de ensañarnos para entenderlo y, tal vez, entendernos un poco mejor.
En un mundo que cada día parece mas chiflado, quizá la única alternativa para salvarnos sea deambular, de ves en cuando, por las calles de nuestra propia locura. Quizá de esa manera podamos entender un poquito mejor toda la mierda que nos rodea.

Autor: José Luis López Huaynate